sábado, 15 de noviembre de 2008

Jornada en Concordia

Con corazón, las víctimas de Concordia
quieren la paz

“Las víctimas del conflicto armado en hora buena tienen unas instancias del orden departamental, municipal y apoyos de organizaciones como, en este caso, Conciudadanía, que les dan la mano, que se apropian también de ese dolor que se lleva por dentro y que por no haberse elaborado aún sigue durmiendo más y afecta fuertemente a las víctimas. Estoy convencido como Alcalde de que estos acercamientos tan humanos, tan sensibles, ayudaran de una u otra manera a ir enfrentando a la víctima a una nueva realidad, por eso pienso que estas jornadas hacen parte de la catarsis que necesita el pueblo colombiano, porque tantos años de conflicto, de violencia, han dejado una profunda herida que si no la sabemos manejar desde lo humano, desde la solidaridad, como se está haciendo con estos eventos, será más difícil curarla; si no le damos el tratamiento que es a todas estas violencias, se seguirán multiplicando. El conflicto hay que vencerlo a partir del amor, de la solidaridad y de estos apoyos con jornadas como la que se vivió en Concordia”.

Así se refirió el Alcalde Municipal de Concordia, Juan Jairo Montoya Correa, al respecto de la Jornada de Atención a Víctimas del Conflicto Armado que se realizó el pasado sábado 15 de noviembre en este territorio del Suroeste Antioqueño.

El Municipio posee una extensión de 231 Km2 y cuenta con aproximadamente de 22 habitantes que ocupan el casco urbano y dos corregimientos con 22 veredas. No obstante, la tenencia de sus tierras es latifundistas con pocos propietarios, hasta el punto que se habla de tres gamonales a los que pertenece cerca del 60% de las tierras dedicadas, en su mayoría, a la producción de café y la ganadería.

De manera que los problemas relacionados con el conflicto armado en Concordia no sólo se refieren al número de víctimas que ha dejado, entre 250 y 300 según la Personería Municipal, sino que a esto se le suma la alta desigualdad social, la inestabilidad de la economía local y la baja calidad de vida de sus habitantes que se ven en la necesidad de jornalear en tiempos de cosechas frente a la falta de tierras propias para cultivar y optar por otros proyectos agropecuarios

Sobre las víctimas en este Municipio no se sabe mucho, sólo que “han sido campesinos básicamente y jóvenes que han sufrido este conflicto armado; nosotros consideramos que la mayoría de las víctimas son personas inocentes que nada tienen que ver con el conflicto armado”, tal como lo reportó la Personera Municipal, Adriana Patricia Sánchez, quien además indicó que “el 55% aproximadamente son víctimas de homicidios de sus familiares y el otro 45% restante es por desaparición forzada”.

Sin embargo, nunca se habían hecho procesos de visibilización de esta población afectada por el accionar de los grupos organizados y armados al margen de la ley, razón por la que Olga Lucía Trujillo Villa, psicóloga de la administración municipal, manifestó que “esta experiencia nos enseña en cuanto a reconocimiento de esas personas con las que compartimos todos los días y que no sabíamos que sufrían, siento que ellas por primera vez pudieron encontrarse y verse y darse cuenta que ese dolor lo sienten otros y que hay personas que los sentimos con ellos y estamos con ellos; nos enseña también que este es el principio de un proceso donde nos tenemos que comprometer todos para poder generar el cambio que deseamos, y que debe ser un proceso continuo de acompañamiento, de reconocimiento, de valoración y de reconciliación”.

Y en este mismo sentido, Diocelina Vélez, integrante de la Mesa Municipal de Reconciliación, completó que “fue la oportunidad para que las víctimas, inicialmente, pudieran tener su espacio para reconocerse como tal y darse cuenta que no son las únicas personas que están sufriendo las consecuencias de esta guerra, que somos muchas más las personas que estamos aquí luchando para que esta situación social, este conflicto armado, se disminuya cada vez más; igualmente fue la oportunidad para que muchas personas víctimas del conflicto que no habían tenido la oportunidad de que se le resolvieran dudas respecto a qué se pueda hacer, cuáles son los caminos a coger, y se atendieran muchos interrogantes que ellas tenían frente a la situación”.

Así lo corrobora don José*, quien asistió a la Jornada de Atención a Víctimas “a ver que nos conversaban parar mirar si me ayuda a resolver la situación mía, porque me estoy defendiendo de los paracos que me están perjudicando con unas cositas que tenía y me quitaron una tierra, una finquita de la familia”.

Como él, fueron casi 200 personas, víctimas del accionar de la guerrilla que históricamente estuvo situada en los límites del Municipio con Betulia, Salgar y Urrao, y de las autodefensas que luego tuvieron un copamiento de casi todo el territorio, incluido el caso urbano, en donde se presentaron varios hechos de limpieza social.

“A mí me mataron a un hijo hace 8 años, entonces me considero víctima porque él vivía conmigo, él veía por mí, era muy bien hijo, muy buen hermano”, cuenta doña Rosa*, quien salió satisfecha de la jornada toda vez que “había muchas inquietudes que resolver y que se respondieron, me pareció muy bueno, salimos de muchas incógnitas que teníamos y espero que con todo esto logremos tener un poquito más de tranquilidad, porque yo vivía muy intranquila, y tener como más paz en mi alma”.

Y un poco más intranquila, todavía con lágrimas en los ojos, pero segura de que este tipo de eventos ayuda a tramitar el dolor de tantas víctimas que hay en el Municipio, estuvo doña María*, ama de casa y habitante de Concordia durante toda su vida, a quien las autodefensas le desaparecieron a su único hijo varón, de 21 años de edad, justo el día de su cumpleaños hace ocho años. “Hubo mucha participación, los profesionales que vinieron fueron como asequibles a las personas, porque yo he ido a otras donde no dan la confianza de arrimarse y preguntarles algo, en cambio esta fue una jornada más humana, nos dieron más confianza y tuvimos la fuerza de preguntarles todas las dudas que teníamos”. Ella demás quiso compartir un mensaje con quienes hacen parte de la guerra y han causado tanto dolor a tantas personas en todo el país: “yo ya los perdoné, en mi corazón no hay odio por nadie; inclusive yo voy a misa y rezo por ellos, y le digo, señor, los que ya se murieron pues espero que ya los hayas perdonado, y a los que están todavía por ahí, que les ablandes el corazón y que no le hagan el daño a otras personas que nos tocó a nosotros, yo no quiero que esta historia, jamás, jamás, se vuelva a repetir con otras personas, no es justo”.

Por eso, el Alcalde Montoya Correa, espera que el proceso no termine con esta jornada, “porque a pesar de que estamos haciendo lo de hoy, hay un interrogante: ¿Y qué pasará de aquí en adelante? De pronto la gente dice, no, es que me van a resarcir con algo económico, pero ahí no puede terminar todo porque hay brasas del conflicto que si se soplan, se avivan y se vuelven otra vez llaman; al gobierno departamental y al nacional hay que recordarles que tantos años de conflicto no terminan aquí y quedan muchas cosas que resolver; hay una estrategia buena, pero hay que complementarla con procesos mayores que tengan sostenibilidad en el tiempo”.

Esta misma preocupación es compartida por la Psicóloga Municipal, quien también espera “que desde la administración nacional haya un cumplimiento con respecto a todas estas expectativas que se están generando con las víctimas; y que nos sigan apoyando desde los entes nacional, departamental y municipal, que realmente haya ese acompañamiento y ese respaldo para que no nos sintamos tan solos, para que no quede sólo desde lo escrito sino que haya un contacto permanente, porque estamos generando muchas cosas en estas víctimas y mi pregunta sería si realmente podemos cumplir con todo eso que les estamos diciendo que puede ser pero que no se ha hecho”.

Por eso el abogado de la Asesoría de Paz Departamental, Sergio Acosta, manifestó que “el programa de víctimas es nuevo en la Gobernación de Antioquia, lleva cuatro meses y estas jornadas son las primeras acciones, entonces estamos aprendiendo, ideando el programa según las necesidades de las víctimas y de acuerdo a lo que hemos ido viendo; nos queda para este fin de año, primero, hacer una evaluación de todas las jornadas realizadas, segundo, jornadas a realizar el próximo año, y tercero pensar que continuidad se le va a dar a lo que ya se empezó con estas primeras jornadas, y me parece que este es el punto más importante porque no nos podemos quedar sólo hablando del Decreto 1290, tenemos que empezar a hablar del 1190, de tierras, de reconciliación, de un cantidades de cosas y de derechos”.

La esperanza colectiva es, en últimas, como la compartió María Soledad Ortiz de la Mesa de Reconciliación de Concordia, “que en futuro que no sea muy a largo plazo podamos vivir en paz y tranquilidad y saber que tenemos que contar con el apoyo de todas las personas que siempre están al lado de nosotros sanando todas estas tristezas y todo este dolor, todos estos daños que se les han hecho que no tienen por qué vivirlos, yo personalmente no lo he vivido, pero hoy me conmoví demasiado y me quede demasiado afectada viendo a tanta gente que ha vivido esto que sinceramente no sabía; con estas reuniones se va tomando cada vez más conciencia de que tenemos que vivir todos la paz, que nos tenemos que colaborar unos a otros, que no podemos guardar silencia ante nada, que todo lo tenemos que contar de una manera discreta, no haciendo señalamientos ni tomando la justicia por nuestras manos; entonces yo espero que acudan más personas, se reparen a las víctimas, pero que no aumenten, que los que faltan por venir, vengan, pero que no se presente ni una víctima más”.

Por eso desde Concordia se hizo un llamado para ponerle corazón a la paz, para seguir visibilizando lo que ha estado oculto ante nuestros ojos, para sacar a flote ese dolor que ha permanecido guardado y que si se comparte se vuelven más liviano, para sensibilizarnos frente al duelo, la tristeza, la rabia y la impotencia de quienes comparten con nosotros los mismos espacios, para escuchar a los que hemos ignorado y saber qué es lo que necesitamos cambiar, para aceptar nuestra omisiones e incluso responsabilidades frente al conflicto y las realidades que no hemos querido ver, escuchar ni sentir, para que participemos todos en la generación de mejores condiciones para el bien de las futuras generaciones, para transformar las formas en que resolvemos nuestros problemas y construir nuevos puentes para tramitar nuestros conflictos de manera no violenta… para, en últimas, volver a vivir en concordia.

* Nombres cambiados para proteger la identidad e integridad de las personas entrevistadas